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Osvaldo Fernández Díaz. Nació en 1935 en Valparaíso, ciudad donde realizó sus estudios secundarios y universitarios. En 1964 publicó Teoría de la ambigüedad. En 1965 obtuvo el título de Profesor de Estado en Castellano, en la Universidad de Chile de Valparaíso, y en 1972 el título de Profesor de Estado en Filosofía en la misma universidad. Desde 1965 ejerció como profesor de filosofía en la Universidad de Chile de Valparaíso. Ese mismo año publicó una antología sobre Antonio Gramsci, titulada Antonio Gramsci, Maquiavelo y Lenin.
En 1973 se ve forzado a partir al exilio. En Francia va a residir por cerca de treinta años, haciendo carrera universitaria como profesor de la Universidad París X, Nanterre. Se doctoró en la Universidad de París I, Pantheón Sorbonne, en 1979, con una tesis acerca del concepto de Ideología en El Capital de Marx. Desde 1974, participó en el grupo de investigación del CNRS (Centro Nacional de Investigaciones) de Francia. En ese mismo país participó en el Comité de redacción de la revista Araucaria, cuyo director fue Volodia Teitelboim.
En 1982 publicó en Madrid, Del fetichismo de la mercancía al fetichismo del capital, versión corregida de la Tesis doctoral. Con ocasión de su participación en el centenario del nacimiento de José Carlos Mariátegui, en Lima el año 1994, entrega un libro sobre el autor, que aparece publicado al año siguiente, con el título Mariátegui, o la experiencia del otro.
Desde 2003 es profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Valparaíso, y desde 2009 es director del postgrado de dicho instituto. Desde que se crea en enero de 2010, ha sido el director del Centro de Investigación del Pensamiento Iberoamericano (CEPIB), adjunto al Instituto de Filosofía de la Universidad de Valparaíso. En agosto de 2010 publicó Itinerario y trayectos de José Carlos Mariátegui, versión corregida del libro publicado en Perú el año 1995.

Cada vez que se emprende una lectura, por así llamarla, “positiva” del Capital, se tiende a olvidar lo principal: que éste es en lo esencial una crítica del sistema burgués de producción y una crítica de la ciencia que lo avala. Es decir, no solo se critica la forma como esta ciencia se constituye, sino también el objeto real sobre el cual se erige, a saber, el modo capitalista de producción en cuanto tal. Esta “crítica de la economía política”, concepto clave en el pensamiento de Marx, queda a menudo sin relieve, o fuera de su real significado, cuando alguien se empeña en leer allí únicamente la elaboración de un cuerpo categorial, poniendo el acento en el sistema y negando la dialéctica que se encuentra allí en acto. La continuación es inevitable; o bien se cree ver en El Capital un tratado de economía marxista; o bien se contrapone una parte de la obra de Marx a otra. En ambos casos se pierde de vista la trabazón íntima que vincula de manera indisoluble la crítica de la economía política a una crítica del fetichismo. Se trata de un descuido que no ve en el desarrollo de la exposición la dinámica que hay entre la función de desentrañamiento crítico científico del sistema burgués y la confrontación de la economía política como reflexión teórica. Movimiento que está lleno de interferencias, y a través del cual el concepto emerge produciéndose, construyéndose así mismo, a la vez que enfrenta, niega y propone. Porque en el Capital la crítica se desarrolla y se hace explícita a medida que sucede la exposición. Proceso difícil de describir en una lengua que no cuenta con una expresión, cuyo significado reúna de manera simultánea los procesos de conservar, negar y superar. Pero ésta es precisamente la forma como Marx se hace cargo de la herencia, conservándola a la vez que produce una revolución teórica en ella.

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